martes, 30 de agosto de 2011

Cicatrices

Después de bañarse, secó lentamente su cuerpo y se sentó frente al espejo, desnuda. Miró la cicatriz que atravesaba su cuello; el doloroso recuerdo ligado a ella apareció como una fotografía. Mientras peinaba su cabello, observó cada detalle de su cara, las marcas que al lado de la de su cuello parecían insignificantes. Cicatrices y recuerdos reflejados en su mirada. Se vistió y ató su pelo con un broche antiguo. El delicado vestido estampado con flores desmarcaba su figura curvilínea, la convertía casi en misterio. Sus piernas morenas cubiertas hasta la rodilla, adornadas con un tatuaje en el tobillo. Mientras se maquillaba, pensó en escribir una carta, sólo que no supo a quien. Sus ojos color miel, manchados con verde, saltaban detrás de las pestañas peinadas con rímel. Los labios, rosas como una flor en primavera. Desde la distancia, su figura resaltaba en la ventana. Se pintó las uñas delicadamente, tomó su bolso, y salió. El sol de verano calentaba bastante, a pesar del inminente ocaso. El aire de mar le secó los labios, y su pelo tan cuidadosamente peinado, quedó desalineado y desprolijo. Miró hacia el horizonte y pensó en cuánto le gustaría poder tomar fotos con sus ojos. Luego caminó hacia la playa, tomó un puñado de arena en su mano derecha, y lo arrojó al viento. Llegó hasta la orilla del océano, pateó una ola traviesa que salpicaba sus piernas, y se fue bordeando la costa, en dirección al sol.

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