miércoles, 19 de diciembre de 2012

Flotando

La duda que dejaste detrás tuyo,
cuando te fuiste;
en Agosto, dijiste, quizá un poco después,
qué más da.
Si hasta el vapor del café me recuerda a vos;
hasta mis ojos me torturan, viendo recuerdos
en todos lados,
por donde pasamos,
los besos que me diste,
las canciones que cantamos;
y los poemas que te escribí.
Por momentos se me olvida estar triste,
luego, tu rostro...
Y la incertidumbre, el gris,
como esos días de verano
en que es de noche y está de día.
Dudo hasta de mi propia sombra,
y la razón de seguir viviendo, ¿sin tu amor?
¿sin vos?
Ya no está. Te fuiste o, no sé,
y yo quedé sola, flotando.

domingo, 9 de septiembre de 2012

Soul, paper

Repito sus frases en mi mente.
Como si fueran rezos.
Como si tuvieran sentido.
Palabras al azar; para llenar mi mente
vacía de pensamientos.
O para plantar la semilla.
Ahora crecen. Y pienso,
¿por qué antes no pensaba?
Y miro por la ventana.
Y veo el cielo gris; y pienso
en salir del encierro, en sentirme...
free.
En caminar por la plaza, y que
el día siga tan sepia.
Y mi mente escupe pensamientos.
Bajan por mi lengua, se rehúsan a salir;
siguen por las arterias, al brazo,
al lápiz, al papel.
Soul, paper.

miércoles, 29 de agosto de 2012

Seguir extrañando

Miro la ventana,
el cielo a través de ella.
Está gris, como mis ojos.
Mis ojos que extrañan verte,
que ilumines con tu mirada
lo insípido de mi paisaje.
Mis ojos que añoran color,
saberte cerca.
Miro la ventana,
los árboles a través de ella.
Tiemblan de frío, como mi cuerpo.
Mi cuerpo que extraña tocarte,
que abrigues con tu abrazo
lo frío de mi humanidad.
Mi cuerpo que implora calor,
tenerte cerca.
Cerrar los ojos e imaginarte,
soñar.
Y esperarte, toda la vida.

domingo, 26 de agosto de 2012

"Te quiero" (te extraño)

Tengo un "te quiero"
atravesado en los labios.
Te está esperando,
quiere que lo vengas a buscar.
Que rompas la distancia con
otro beso, u otro abrazo;
sólo uno más, seguido de muchos más.
Para saciar la sed, llenar el vacío
que soy yo sin vos;
romper los muros, quebrar distancias.
Si ya sabemos que cuando estamos juntos,
el espacio y el tiempo no son nada.
Patéticas estructuras al lado de nuestro amor,
que es eterno.
Que no conoce de espacio, ni tiempo, ni final.
Que todavía nos quedan tantos muros por romper,
distancias por quebrar.
Tanto amor para amar.
Y yo, con mi "te quiero" atravesado en los labios.
Y vos allá, lejos.

lunes, 13 de agosto de 2012

La música del recuerdo

Se miró las uñas; rascó el pedacito de piel que quedaba como suelto, ajeno al dedo, a la uña, a todo. Miró las letras dibujadas sobre el esmalte, y se preguntó por qué le gustaría tanto pintarse las uñas. Quizás era una manera más de pasar el tiempo sin pensarlo, sin extrañarlo tanto. Y la música del piano la ponía triste. En parte porque no sabía tocar, se sentía tan mediocre; y porque además, lo extraña.
Con cada nota aguda que escucha, está un poco más cerca de la primera lágrima. Podría detener la canción, pero no tiene ganas; la música le da ganas de llorar, nostalgia, pero también le trae paz. La aísla del mundo, la lleva con él. Y le hace sonreír. Y piensa que podría escuchar la misma canción para siempre. La disfruta, le da sueño. Le hace dudar de sí misma también, pero no es una duda peligrosa. Y sigue mirándose las uñas, que quedan de pasada para que los ojos las visiten cuando van a mirar al papel. Casi no piensa lo que escribe, pero se escucha leyéndose en su mente; un cuarto vacío, con una pared pintada de color magenta, un silloncito antiguo, y la foto de él colgada en la pared. Mira la foto, con los ojos de la imaginación, y lo recuerda. Es difícil la distancia cuando dos personas se quieren tanto; y es peor cuando sueñan tanto, porque imaginan.
Siempre se sintió, por así decirlo, privilegiada de tener una imaginación tan volátil. Sería que los años de niñez aislada, leyendo, habían servido de algo. Ahora podía imaginar tan fácilmente. La imaginación es muy buena compañera del recuerdo; y ella recordaba, lo recordaba. Lo dibujaba en su mente, cantando, cantándole a ella. Y la sonrisa se le escapa. Es que lo quiere, y sueña. Recuerda abrazarlo por la espalda mientras lo escuchaba cantar. Recuerda, y sueña con abrazarlo nuevamente, en lugares nuevos; donde estén sólo ellos y su soledad de a dos, que no es tan sola, y menos cuando esos dos son ellos, que se quieren tanto. Se encuentra sonriendo, mientras rememora, se enamora. Siempre soñando, a pesar de la lejanía, siempre soñando.
El piano seguía tocando, pero ya no era triste. Ahora tenía los labios felices, aunque la lágrima seguía esperando salir. Disfrutaba de su solitud, porque no estaba tan sola. Aún si estuviese completamente sola, sabía que no estaba sola; lo tenía a él. O tenía su amor por él. Pero ese saber que en el mundo había alguien con quien podía soñar, la hacía sentir acompañada. Quizás no sonriera más por hoy pero, algún día cuando siguiera soñando, con él a su vera, la sonrisa iba a volver. Y en ese día, se quedaría para siempre. Mientras soñaba.

domingo, 12 de agosto de 2012

La esquina de los árboles de las flores blancas

Están ahí, hace años quizás. Nadie, jamás, les presta atención. Sólo pasan por ahí, por la vida, perdiéndose toda la magia. Pero ella, ella los ve, los siente. ¡La magia de esas flores le hace tan bien! Esos árboles, que la saludan cuando pasa, casi le sonríen. Los pétalos blancos, rosados, que cubren el suelo de a partes, y las pequeñas flores en las ramas. Simulan ser de cerezo, pero no engañan a nadie, o nadie, jamás, les presta atención. Ella siempre las ve, bailando en las ramas, y cuando el viento las mueve. Sabe que no son de cerezo, pero no le importa. Son hermosas, para ella son el cielo.
Cuentan que, en esa esquina, cuando llega agosto y los árboles despiertan, y las flores llenan el suelo de blanco, hay magia. Que junto con los retoños de falso cerezo, florece el amor verdadero. Dicen que, si dos enamorados se besan en esa esquina, el amor es para siempre. Que esas flores, ayudan a la eternidad, a contagiar al amor; y, que si dos personas se abrazan ahí, el abrazo será perpetuo. Dicen. Y ella cree, ve, sueña. Se enamora de esa esquina, de esas flores. Allí, hasta el viento frío de los últimos días invernales resulta agradable, mágico. Debe ser el efecto primaveral de los pétalos, que saca sonrisas. Y ella se enamora. Se enamora, y sueña con besar y abrazar en esa esquina. Quiere su amor eterno, imperecedero, con él. Y lo sueña, y lo dice. Y espera, ese abrazo, en esa esquina. Ese beso, esa eternidad. Ese "para siempre"; escrito en el alma. Y lo quiere, mientras espera; lo enamora, se enamora. Se aman, y esperan; las flores siguen brotando de las ramas, prometiendo eternidad para otros enamorados. Sólo que nadie más que ella sabe el secreto que esconde esa esquina; nadie la mira, nadie se enamora de las flores como ella. Nadie, jamás, les presta atención.
El tiempo pasa, él se aleja; del cuerpo siempre, del alma, jamás. Y ella sigue soñando, con la eternidad. Sigue viviendo, sabiendo que todo es fugaz, hasta las flores lo son. Pero lo que ellas otorgan, esa fantástica inmortalidad que dan al amor, es lo que las mantiene por siempre vivas. Y  ella camina las calles, las otras esquinas sin flores, sin leyendas, donde los enamorados se besan, pero no pasa nada. Y pasa por la esquina de la eternidad y recuerda, recuerda y se enamora, y ama, extraña. Espera, siempre espera. Las flores siempre tan hermosas, pero nadie, jamás, les presta atención.

sábado, 26 de mayo de 2012

Casi, equilibrio

Salió de la casa, con su música, su boina afrancesada, su corazón danzante. El cielo estaba gris, pero casi no parecía. La llovizna, delgada y mojada, le humedecía el pelo; pero casi ni cuenta se daba. Caminaba con el paso acelerado, feliz, casi flotaba; el mundo estaba gris, pero ella tenía su color. Pasó por los mismos lugares de siempre, pero la soledad de las calles nunca le pareció tan agradable. Susurraba canciones, pegando pequeños saltitos cada vez que daba un paso. Sabía que el sol estaba detrás de las nubes, y que la razón de su pequeña alegría estaba sólo a unos cuantos metros de distancia. Cuando al fin llegó, llevaba el corazón en la mano, y un beso colgando de los labios. Sus manos se juntaron con las de él, y el universo se alineó en un instante perfecto con la sinfonía de sus corazones acelerados y nerviosos. Un sólo momento de tensión, dio lugar a la increíble libertad que experimentaban. Sin máscaras, todo lo que sentían encajaba como piezas de un rompecabezas que sólo estaba esperando ser armado. El brillo de sus ojos, y su eterna sonrisa eran signos claros de la felicidad que experimentaban en ese instante. El velo que antes los había separado, desaparecía para liberarlos de las cortezas tras las cuales, otrora, se ocultaron. El cielo sobre ellos se volvía celeste, mientras el resto del mundo continuaba con su gris melancolía. El universo al fin se había unido a su favor para darles el perfecto equilibrio.

martes, 10 de abril de 2012

Color

- ¿De qué color son mis ojos?
- Eh, dejame ver...
- ...
- (Son del color de lo lindo, color avellana, y miel, y amor. Son del color de la sonrisa que esbozo al verte; del brillo de mis ojos cuando te ven. De ese color que tiene el alma ilusa, del color del amor platónico, amor más real que muchos, imposible como pocos. Color de dolor, de tristeza como la que se siente cuando llega el atardecer, tristeza incomprendida. Esa tristeza al terminar un libro, tristeza de niño que deja escapar el hilo que lo ata a su globo. Color de ilusión, y sueños, y delirios de futuro. Tienen el color del sonido de tu voz, radiante, tímida, pacífica. El color de la canción que nos gusta; color de notas que hablan más que los colores mismos. De nuestras miradas nerviosas, sostenidas por apenas 3 segundos, o menos. De mirar como se miran los amores imposibles. Aquellos que saben que son, pero que no pueden ser. Ese color de tardes de sol, de verde césped, de charlas vacías, llenas de sentido. Color de adioses secos, para no alargar la despedida. Color de adiós desinteresado, descolorido, falso. Color de adiós que no quiere ser. De adiós que quiere ser hasta luego. Despedidas ilusas. Algún día; esperame. Algún día tus ojos tendrán el color de amor de presente. De amor tangible, memorable, existente. Color de amanecer, de promesa, de buen día. No más color de adiós. Algún día, esperame.) Creo que son color avellana. ¿Por qué decís?
- No, por nada. Preguntaba.

viernes, 2 de marzo de 2012

Rojas como el vino, sus manos manchadas de sangre retiraron el cuchillo de su pecho. Alcanzó a ver, en el instante de agonía, su mirada llena de dolor y decepción. Durante meses, sin haber llegado al acto mismo de homicidio, cada palabra que él decía auguraba el futuro cercano, la muerte.

viernes, 10 de febrero de 2012

Piano

El silencio que me atormenta,
me despierta,
me enmudece,
se calla.
El silencio que se hace espeso,
el olor a soledad.
Un piano cubierto de polvo
acallando mis gritos;
llenando el espacio de silencio.
Belleza inútil,
sola.